La crisis asiática de 1997-1998 fue muy similar a la de 2007-2008 por la fuerte interacción entre los factores económicos y los financie­ros. Su desencadenamiento fue resultado de las decisiones tomadas por los Mutual Funds y los Hedge Funds, primero en Tailandia y pos­teriormente en los países vecinos, de especulación contra la moneda nacional y de retirada de los mercados obligacionistas y bursátiles.

En Corea, los efectos de la propagación puramente asiáticos se vieron agravados cuando los grandes bancos internacionales se negaron a se­guir refinanciando a los bancos coreanos. La crisis asiática no hubiese resultado tan brutal sin el exceso de acumulación producido en el sec­tor inmobiliario en Tailandia y países limítrofes, y en la industria ma­nufacturera en Corea. La contracción de la producción, del empleo y del comercio internacional se propagó desde estos primeros países in­fectados por la crisis financiera hacia otras economías, primero las del sudeste asiático, y más tarde a las de Brasil y Argentina. Fue el punto de partida de un proceso, reforzado a partir de 2008, de caída de pre­cios y competencia salvaje entre exportadores por ciertas categorías de mercancías. El temor a la deflación reapareció por primera vez des­de los años 30. La crisis asiática estuvo igualmente marcada por un breve episodio de crisis bursátil, que ya entonces anunciaba las pro­pagaciones bursátiles de la crisis actual. Tras el hundimiento de las co­tizaciones en Hong Kong se asistió, también por vez primera desde 1929, a un contagio bursátil bajista a nivel global. Durante dos días (27 y 28 de octubre de 1997), las acciones cayeron en picado en Nue­va York, caída que después se trasladó a Europa. Los contragolpes in­ternacionales continuaron, con la crisis financiera rusa del verano y otoño de 1998, seguida de cerca por fuertes repercusiones en Wall Street, donde el FED tuvo que organizar el rescate de una gran socie­dad financiera, el Hedge Fund Long Term Capital Management.









Tras los reflujos de inversores de América Latina y Asia hacia mer­cados más seguros, las dos Bolsas de Nueva York, el NYSE y sobre todo el NASDAQ* (especializado en las acciones de firmas «de alta tecno­logía») fueron los terrenos de operación con mayor ocupación de in­versores. Los gerentes industriales al «nuevo estilo», representados es­pecialmente por los dirigentes de Enron, hicieron su aparición. Los grupos industriales recompraron sus propias acciones y se endeuda­ron el mercado de préstamos obligacionistas. Las adquisiciones de fir­mas más débiles fueron financiadas por medio de intercambios de tí­tulos a precios que nada tenían que ver con su valor real.


El estallido de la «burbuja de Internet» a principios de 2001 provocó el crac del NASDAQ y una seria caída de las cotizaciones en el NYSE (a menu­do referido como «Wall Street»), La fase iniciada en 2002 y finalizada (on estrépito en septiembre de 2008 se basó en la elección del sector inmobiliario como motor de salida de la crisis y de crecimiento ope­rado por George W. Bush y la FED. Esta fase ha visto cómo los présta­mos hipotecarios adquirieron una gran importancia en las carteras de los bancos y los Hedge Funds, y estuvo marcada por la fulgurante ex- pansión de productos financieros de titulización conducida por unas «I i lianzas autistas y entrópicas33». La crisis la detuvo durante un ins- Iunte, y después ralentizo su ritmo, pero no acabó con ella.
 
Las crisis se repiten una y otra vez....